A la víspera de la inminente zafra 2023-2024, el escenario en la industria azucarera nacional se tiñe de incertidumbre y expectativas. La dirigencia del Sindicato de Trabajadores de la Industria Azucarera (STIA) ha elevado su voz ante la Cámara Nacional de la Industria Azucarera y Alcoholera, instando a entablar diálogos de revisión salarial previos a la posible tempestad de una huelga. Su petición resuena con un eco ambicioso: un incremento salarial que duplique lo alcanzado en octubre de 2022, acompañado de una mejora sustancial en las prestaciones para los laboriosos obreros que animan las faenas en los 45 ingenios azucareros del territorio nacional.
La memoria de las negociaciones del año previo aún perdura en la mente de los sindicalizados. Un miembro del sindicato, que optó por la reserva de su identidad, compartió para el periódico Municipios Puebla, un atisbo de la historia reciente: en la revisión salarial de 2022, los trabajadores cosecharon un incremento del 6 por ciento, más un 4 por ciento en prestaciones. Sin embargo, la mirada del sindicato ahora se posa en un horizonte más alentador: un incremento que oscile entre el 8 y 12 por ciento para este 2023, un cambio que, según afirman, traerá un alivio significativo a los bolsillos obreros.
Actualmente en el corazón de Puebla, dos bastiones de la industria azucarera se alistan para la zafra que se avecina: la fábrica de Calipam, anclada en el municipio de Coxcatlan, y su hermana en Villa de Atencingo, en el municipio de Chietla. En esta última, los trabajadores ya han marcado el inicio de un ritmo frenético, preparando los equipos que pronto se enfrentarán a la vorágine de la zafra 2023-2024.
Aunque aún no se ha marcado en el calendario una fecha de emplazamiento a huelga, el aire se espesa con la anticipación de que, de no alcanzarse un acuerdo favorable, los campos y las fábricas podrían silenciarse antes del inicio de la nueva zafra. Y es que el pulso de la industria se encuentra en las manos de cerca de 32 mil trabajadores que, al unísono, podrían detener las maquinarias y sumergir a los ingenios en un silencio reivindicatorio, en busca de condiciones laborales más dignas y justas.
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